Jussie Smollett, Bruce McArthur y los peligros de ser gay y una minoría racial

Doble discriminación: los peligros de ser GAY y pertenecer a una minoría racial son muchos.

Los dos sucesos ocurrieron con una hora de diferencia el uno del otro: Primero, Bruce McArthur, el asesino en serie de Toronto que mató a ocho hombres vinculados al pueblo gay de la ciudad, se declaró culpable de sus atroces crímenes. Luego llegó la noticia de que Jussie Smollett, la estrella de Empire de Fox, había sido atacada en lo que la policía está investigando como un crimen de odio.

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Los detalles del ataque a Smollett son escalofriantes. Los insultos racistas y homófobos habrían sido lanzados al actor. Se le echó lejía en la cara. Y, evocando los horrores del trato histórico de Estados Unidos hacia los negros, se le puso una cuerda en el cuello, esencialmente una soga.

Estas dos historias están separadas, pero reflejan una cruda realidad para las personas no blancas de la comunidad LGBT+: Estar fuera del armario puede ser una cuestión de vida o muerte para nosotros.

Las imágenes de parejas homosexuales blancas celebrando la igualdad matrimonial, o de personas homosexuales blancas marchando con júbilo en los desfiles del Orgullo, pueden hacer que parezca que se ha logrado la igualdad. Pero lejos de eso. La verdadera igualdad está muy lejos cuando los homosexuales de color siguen siendo condenados al ostracismo en sus comunidades y son atacados por otros por el color de su piel.

¿Qué debe haber estado pensando y sintiendo Smollett en las primeras horas de la mañana del martes cuando sus agresores (supuestamente blancos) lo denigraron entre golpes, preguntándole si era ese "maric*n de Empire n***er"? Ambas palabras, a través de su amarga historia, se utilizan para deshumanizar a su destinatario, para tener el efecto equivalente al de una daga en el corazón. Combinado en el mismo momento de odio, ¿qué tan pequeño debe haberse sentido Smollett? Despojado de su fama, los logros filantrópicos y los elogios de la actuación, todo en un momento.

"Me estremezco al pensar que un hombre podría decir que soy inseguro o un 'forastero' y aprovecharse de ello."

Me han llamado "p*to negro" y puedo decirte que me he encogido en mí mismo. En un momento, me he sentido desgarrado de toda mi personalidad, de mi validez como miembro contribuyente de la sociedad, y juzgado únicamente por el color de mi piel.

En el caso de McArthur, es revelador que la mayoría de sus víctimas tenían la piel marrón y nombres que suenan étnicos, como yo. Siete de las ocho víctimas tenían vínculos con la aldea gay de Toronto, hogar de su comunidad LGBT+. Algunos habían emigrado a Canadá desde sus países de origen, tal vez para alejarse de los puntos de vista intolerantes sobre la homosexualidad que aún prevalecen en los países del sur de Asia.

Muchos de mis parientes del sur de Asia consideran que la homosexualidad es una abominación -una aberración del diseño de Dios- y, por eso, gran parte de mi vida la he pasado sentado en silencio mientras gritaban a un beso gay en la televisión, o casualmente lanzaban la bomba de los "maricones" cuando el equipo contrario marcaba un gol.

Un amigo de la primera víctima conocida de McArthur, Skandaraj Navaratnam, que desapareció en 2010, dijo que Navaratnam "vino [a Canadá] de tanto sufrimiento en Sri Lanka". Karen Fraser, en cuya propiedad el paisajista McArthur se deshizo de los cuerpos desmembrados de sus víctimas, recuerda haber conocido al menos a dos de ellas. Ella describió a uno como "muy perdido, obviamente no se adaptaba muy rápido a Canadá".

"He sido llamado un "p*to negro" y puedo decirte que me he encogido en mí mismo."

McArthur, al parecer, apuntaba a hombres marginados en una comunidad ya marginada. Hombres cuyas desapariciones, tal vez, la policía no gastaría sus recursos investigando; después de todo, los morenos y los negros suelen ser los villanos en la narrativa policial. Ocho hombres desaparecieron entre 2010 y 2017, pero McArthur no fue arrestado hasta el año pasado.

Para una persona morena como yo, eso es escalofriante.

Ese podría haber sido yo. Yo también me aventuré fuera de los confines de mi propia comunidad y visité los espacios gay, a veces con amigos, a veces solo, tratando de encontrar un lugar al que pertenecía. Me estremezco al pensar que un hombre podría decir que soy inseguro o un "forastero" y aprovecharse de ello. Y si yo desapareciera, ¿le importaría a la policía?

Una minoría dentro de una minoría es un lugar aterrador para estar. El doble estigma de ser gay y de otra raza diferente a la blanca.