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Reseña de Firebird: la historia de los amantes gay en la URSS

BASADA EN UNA HISTORIA REAL

Esta coproducción estonio-británica, que se estrenó el año pasado pero que de repente ha cobrado relevancia tras la invasión rusa de Ucrania, examina algunas de las formas en que un aparato estatal represivo y homófobo marca a los ciudadanos con la vergüenza. Basada en una historia real según los créditos iniciales, el escenario es a finales de la década de 1970, cuando la Unión Soviética aún ocupaba las naciones bálticas. El joven ruso de provincias Sergey Serebrennikov (interpretado por el actor británico Tom Prior, también uno de los coautores del guión, junto con el director estonio Peeter Rebane y el creador de la historia Sergey Fetisov) está haciendo su servicio nacional en una base del ejército en Estonia. Tiene un tímido flirteo con la bella local Luisa (Diana Pozharskaya), secretaria en la base de un oficial al mando, y es amigo de su compañero de litera Volodja (Jake Henderson). Sin embargo, cuando a Serguéi le asignan una especie de ayudante de cámara para el elegante piloto de caza Roman Matvajev (el actor ucraniano Oleg Zagorodnii), la atracción entre los dos hombres se vuelve física y pronto se besan con discos de Tchaikovsky y se escapan a Tallin para ver una representación del Pájaro de Fuego de Igor Stravinsky, de ahí el nombre de la película.

Por desgracia, era una época en la que la homosexualidad estaba prohibida en el ejército soviético -aunque la situación actual no es mucho mejor- y una fuente anónima delata al oficial local del KGB, por lo que Sergey y Roman tienen que ocultar su amor. El servicio de Sergey llega a su fin, y se traslada a Moscú para formarse como actor, encontrando un círculo más bohemio que le permite mantener la puerta del armario entreabierta, si no del todo. Pasan algunos años y, al estilo del clásico melodrama, Roman vuelve a aparecer, incapaz de abandonar a Sergey (como dicen en Brokeback Mountain), aunque entretanto se haya casado y haya tenido un hijo.

En última instancia, es una historia bastante triste, no muy diferente de Brokeback, dada la ambientación de época y el tema del amor oculto. Pero el director Rebane, aunque bastante competente, no es Ang Lee. Prior y Zagorodnii tienen ciertamente una química romántica, pero los diálogos son a menudo un poco rígidos y hay algo extraño en las películas en las que los personajes hablan en inglés en lugar del idioma en el que se supone que hablan, en este caso el ruso. Se puede entender por qué los cineastas decidieron hacerlo así, pero hace que la película parezca anticuada y torpe. Es una pena, porque la exploración de la película sobre el amor, el coraje y el precio de decir la verdad es tan oportuna como siempre, y especialmente para los rusos.

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