La sociedad avanza, pero los tabúes persisten
En la sociedad, siempre hay temas que se consideran tabú, algo de lo que no se puede hablar con los demás. Con el paso de los años, lo prohibido siempre ha estado presente, pero ha ido cambiando de forma y de contenido. Hace siglos, una mujer no podía salir a la calle sin su marido en Occidente, o mucho menos plantearse trabajar en algo. Hablar de una mujer que no fuera ama de casa parecía una locura, algo que mejor no mencionar.
El tiempo pasa, y ese concepto se ha ido aplicando a otros términos a medida que la sociedad avanzaba. En la última década, el tabú del sexo poco a poco se ha ido derribando para conseguir una naturalización necesaria para disponer de una mejor información. Pero eso no impide que surja otra idea, otro concepto, práctica, producto o elemento que no se considere algo de lo que no debe hablarse.
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Uno podría pensar que, en una sociedad tan moderna y avanzada como la del siglo XXI, se puede hablar de cualquier tema con total naturalidad y normalidad. Nada más lejos de la realidad. Solo hay que hacer una prueba: intenta hablar con cualquier persona sobre el cannabis o sobre su cultivo, por ejemplo, intenta enseñarle lo que ofrece cualquier grow shop, como lo que puedes encontrar aquí.
La respuesta, en la mayoría de casos, siempre será negativa e incluso acusatoria. ¿Cómo se puede hablar de una planta vinculada a sustancias ilegales con normalidad? ¿Cómo se puede incluso plantear su aprovechamiento con otros fines? Ese es uno de tantos casos, pero hay otros que son mucho más naturales y se siguen sintiendo como algo prohibido.
Y puede parecer extraño, pero uno de ellos es la muerte. Algo completamente natural y presente en el ciclo vital de cualquier ser vivo es, al mismo tiempo, un asunto que se evita por todos los medios. A las personas cada vez les cuesta más darle el lugar que le corresponde en la vida, a pesar de que estamos más y más expuestos a ella por la actualidad que nos rodea.
También la belleza en lo no normativo, algo totalmente potenciado por culpa de las estrategias de consumismo que venden unos estereotipos de imagen y belleza casi imposibles. Lo guapo o bonito no puede salirse de esos márgenes, y considerar que algo lo es sin cumplir con los cánones suele tener una respuesta muy negativa por parte de las personas. Esto es especialmente desafortunado, porque puede dejar una importante mella en la psique de muchos hombres y mujeres.
Imposibilitando el avance
Aunque el consumo de sustancias ilegales es algo que debe quedar totalmente descartado en todo momento, no abordar, por ejemplo, aspectos como las propiedades del cannabis, impide estudiar caminos que pueden llevar a soluciones. Sin ir más lejos, y quedándonos con este ejemplo, desde hace años se están estudiando las propiedades de uno de los componentes de esta planta, el CBD.
¿Qué hace el CBD? Según diferentes estudios, tiene una alta capacidad como relajante muscular, además de servir como analgésico, neuroprotector y anticonvulsivo, entre otros tantos factores. Todo eso, dejando fuera la parte negativa de la planta, había quedado descartado hasta hace relativamente poco porque abordar el tema era como hablar del infierno y el demonio. Precisamente marcas de Sweet Seeds, especializadas en semillas de este tipo de plantas y en la que destacan variantes como las Green Poison, híbrido con interesantes efectos positivos, están pudiendo demostrar sus bondades ahora.
Es un ejemplo, uno de tantos que han ido cayendo por su propio peso. Podemos mirar también al apartado de la sexualidad, ese tema tan prohibido durante tantísimo tiempo. Con una mayor liberación en este sentido, tanto hombres como mujeres han descubierto que su vida íntima puede ser mucho más interesante y divertida, pero, sobre todo, que las relaciones de pareja se pueden reforzar al máximo abordando este campo con total naturalidad.
Todo esto no hace más que dejar claro que vivir rodeados de tabúes impide abordar elementos y situaciones que, vistas con una perspectiva diferente, podrían dar pie a importantes cambios. Ya no solo a nivel personal o íntimo, como en el último caso citado, sino también a nivel social o incluso sanitario. Hay muchos frentes por explorar todavía, como para taparlos por considerarlos incómodos o inadecuados de tratar.
¿Deben abordarse los tabúes sin límites entonces?
Lo cierto es que la respuesta a esa pregunta es algo más complicado. Del mismo modo que la sociedad ha ido avanzando y adoptando nuevos temas “prohibidos”, la pregunta sobre qué debe ser tabú y qué no también ha ido evolucionando.
Desde una perspectiva completamente ideal y plenamente objetiva, nada debería ser tabú. Pero, como todos sabemos, el mundo es mucho más complejo que eso. Nada es objetivo más allá de los números y las ecuaciones, y el ser humano, sin ir más lejos, no se limita a cifras y letras. Siempre va mucho más allá.
A tenor de lo contado hasta ahora, puede parecer que los tabúes son algo que se debe demoler siempre que sea posible. No obstante, esto dispara el mismo debate sobre los límites de lo que es tabú y lo que no. Curiosamente, un debate que también se ha ido prolongando durante años y años y que siempre ha tenido respuestas de lo más dispar. Y no, desafortunadamente, no podemos dar la respuesta aquí.
Se han elaborado innumerables estudios, se ha tratado desde miles de perspectivas distintas y, al final, nunca hay una conclusión clara. Sí es cierto que este límite va cambiando a medida que pasa el tiempo y las sociedades cambian. De hecho, solo hay que visitar diferentes partes del mundo para darse cuenta que, en efecto, qué se puede decir y qué no depende también del tipo de personas, de la cultura que te rodea.
Siempre estarán presentes, pero de la sociedad depende evolucionar para superarlos o para detectar cuáles sí deben estar y cuáles no. Al final, es algo completamente contextual, pero nunca debe bordearse. Se debe afrontar si queremos avanzar.
