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Rihanna llega tarde pero convence en Barcelona

'DIAMONDS WORLD TOUR'

 

 

El pasado sábado Rihanna tocó todos sus hits en Barcelona dentro del marco del 'Diamonds World Tour' y, lamentablemente, erró en todo lo que hizo bien en su última visita a la ciudad condal.

Ya hace casi dos años que te hablamos del concierto de Rihanna en Barcelona, con el 'Loud Tour', en el que celebrábamos la puntualidad, actitud y, sobre todo, que cantara la mayoría de las canciones, algo a lo que nos tiene muy poco acostumbrados. Pues bien, su segunda noche en la capital catalana fue mucho más decepcionante que la primera, aunque no fue, ni de largo, aburrida.

Empecemos con la puntualidad: Cero patatero. Mientras el público esperaba una hora y media, RiRi se limitaba a subir fotos a Instagram comiendo como una gorrina. Tres veces avisaron a los teloneros, GTA, de que siguieran con el espectáculo, hasta tal punto que la actuación de los DJs duró más que la de la de Barbados. El público les abucheó aunque no tuvieran la culpa de nadie, pero ya hablaremos más tarde de la Rihanna Navy española.

El concierto empezó hora y media tarde, y Rihanna proporcionó lo que se podía esperar de ella: los hits de 'Talk That Talk' y 'Unapologetic', junto con sus favoritas de los discos anteriores. Obviando los dos primeros álbumes, y quedándose con las obligadas como 'Umbrella', o 'Don't Stop The Music'. Las baladas se las sacó de encima en una actuación de 10 minutos en la que las interpretó casi todas, y la tónica del concierto fue de un inicio más urbano a un final más europop.

Desde la intro con 'Mother Mary', 'Phresh Up The Runway' o 'Birthday Cake', de lo más espectacular, hasta el explosivo final con 'We Found Love', 'Only Girl', 'Where Have U Been' y los dos clásicos, 'Stay' y 'Diamonds'. Rihanna decepcionó soltando demasiadas veces el micro, pero hay algo que le debemos reconocer, y es la honestidad. Si se cansa, no canta, pero no te hace un lipsync para que creas que lo está interpretando todo.

El montaje intenta ser espectacular, pero tanto los screens como el vestuario son bastante chabacanos. Y no en un sentido bueno. La gira está lejos de tener ningún concepto y los bailarines tienen el síndrome "Britney Spears": bailan poco y mal para que la artista principal no palidezca en las comparaciones.

Lo peor del concierto no fueron ni los retrasos ni Rihanna, sin duda alguna fue la Rihanna Navy más ridícula y vergonzante de todo el planeta. Lo malo de dar el concierto en sábado es que la mayoría de fans tienen todo el tiempo del mundo para ir y hacer cola y montar el espectáculo, con insultos, gritos, peleas, destrucción de mobiliario urbano y la total capacidad de vender a su propia familia con tal de entrar antes que nadie. Desde luego, los Little Monsters son infinitamente más educados que los fans de Rihanna. Como mínimo, los españoles.

Rihanna dijo muchas veces la palabra Barcelona, pero no llegó a interactuar con el público más que para regañarles por lanzarle cosas mientras habla y es que se nota que esta gira es muy de paso. A Rihanna la llevan para arriba y para abajo, viajando a cuatro países en tres días, sin saber dónde vive y sin integrarse de ninguna forma en el tour. Para ella cada concierto es un ensayo más de la misma obra, y quizá debería espaciar más sus tours o limitar más las fechas para disfrutar más del espectáculo. 

RiRi, en 2011 te dábamos un 9, pero dos años más tarde, bajamos la nota a 6.

 

 

 

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