barra head

Si salir del armario no nos hace sentir bien, no merece la pena

NO LE DEBEMOS NUESTRA IDENTIDAD A NADIE

Si salir del armario no nos hace sentir bien, no merece la pena. No le debemos nuestra identidad a nadie

Como persona trans, salgo del armario casi a diario.

Cada vez que alguien hace un comentario sobre mi aspecto, tengo que mostrar mi documento de identidad, tengo que ir al médico, entro en un aula, me relaciono con otras personas de mi comunidad, revelo mi identidad. Lo que me ha enseñado es que cualquier salida del armario que no nos haga sentir mejor con nosotros mismos simplemente no merece la pena.

Las pocas veces que oí hablar de "salir del armario" mientras crecía, siempre se presentaba como un hito inevitable en la vida de toda persona LGBT+, ese gran acontecimiento único que hay que esperar mientras se navega por la emoción, la ansiedad, el miedo, la impaciencia.

De niña, siempre supe que era diferente a las demás chicas de mi colegio. Era muy difícil saber por qué, ya que compartíamos muchos intereses, pero siempre me sentía como una extraña.

No fue hasta los 13 años, justo una semana antes de mi cumpleaños, cuando encontré las etiquetas para describir quién era.

Mi primer impulso fue la negación. Quería que alguien me dijera que estaba equivocada, que no existía tal cosa. Todavía tenía en la mano el libro en el que leí la palabra "transgénero" por primera vez cuando llamé a mi novio y le dije "creo que puedo ser un hombre".

Empezó a decirme lo ridículo que sonaba, pero yo ya había colgado. El mero hecho de decir esas palabras en voz alta me hizo darme cuenta de que eran ciertas, y sentí una oleada de alivio y alegría que nunca antes había experimentado.

Para mí, y para muchas otras personas, salir del armario es una forma de decirte a ti mismo que es verdad, que es real, que eres válido. Ser capaz de contarle a otra persona tu etiqueta puede hacerte sentir finalmente libre, y finalmente tú mismo.

Lo que no esperaba era la rabia que vino después, y la frustración. Siendo tanto gay como transexual, sé por experiencia que salir del armario puede ser muy diferente cuando se trata de la identidad de género.

No es tan sencillo como dejar que la gente entre en tu vida privada y hable de tus parejas, tus intereses amorosos, tu familia. Tienes que cambiar la forma en que la gente te ve y percibe. Ya sea un nuevo nombre, nuevos pronombres, una nueva expresión de género o una transición, hay que tener en cuenta el impacto social a largo plazo.

Las reacciones que más me costaron fueron las de "apoyo

Cuando empecé a salir del armario con mis compañeros y amigos, lo hice casi siempre en secreto. Sabía que mis profesores se lo habrían contado a mis padres, y temía que eso me pusiera en peligro en casa.

Vengo de una ciudad muy pequeña y conservadora. No hablábamos de temas LGBT+, las pocas personas que salían del armario estaban siempre rodeadas de rumores y cotilleos, y "gay" y "trans" se utilizaban habitualmente como insultos. Eso significaba que cada vez que le decía a alguien que era trans, gay o marica, tenía que explicarle lo que significaba.

Las reacciones fueron siempre variadas. Iban desde el debate sobre la existencia de las personas LGBT+, hasta las amenazas, pasando por las risas. Pero las que más me costaron fueron las de "apoyo": amigos que me decían que me creían, pero que se negaban a llamarme Ramsés o a considerarme un hombre hasta que me viera como tal o hubiera salido del armario ante todo el mundo.

Les resultaba muy difícil entender por qué no podía decírselo a todo el mundo fácilmente, o cómo podía ser un problema de seguridad. La idea de salir del armario para algunas personas y estar en él para otras era tan inusual para ellos que asumían que estaba mintiendo. Y durante muchos años también me creí esa historia: o estás "dentro" o "fuera".

Ahora, con 26 años, he conseguido salir poco a poco de esa zona gris. Me siento muy orgullosa de quién soy y de ser visiblemente transgénero. Y eso me motivó aún más a desafiar esa narrativa.

No le debemos nuestra identidad a nadie, y nunca deberían obligarnos a salir del armario a menos que lo deseemos de verdad.

Algo que me ayudó a cambiar las cosas fue cuando empecé a ser voluntaria de Just like Us, la organización benéfica para jóvenes LGBT+. Como embajadora, hablo en las escuelas sobre el aliadismo LGBT+ y, por tanto, salgo del armario regularmente ante un aula llena de alumnos.

Las preguntas más comunes que suelo recibir en los colegios son: "¿Cuándo debo salir del armario?", "¿Cómo reaccionaron tus padres?" y "¿Cómo salgo del armario ante una familia homófoba o transfóbica?".

La mayoría de los jóvenes se sorprenden al saber que no tienen que salir del armario con nadie si no se sienten seguros haciéndolo. Tienden a creer que no serán aceptados por la comunidad LGBT+ si no salen del armario con todo el mundo, aunque sea a riesgo de su bienestar y seguridad.

Como alguien que ha vivido la experiencia de estar en peligro por ser trans, intento que se den cuenta de lo importante que es cuidar de sí mismos y de su salud mental.

Salir del armario tiene que significar la alegría que sentimos al compartir nuestra identidad con los demás, al dejarles entrar en nuestras vidas, al hacer que nos conozcan mejor.

No le debemos nuestra identidad a nadie, y nunca deberían obligarnos a salir del armario a menos que lo deseemos de verdad.

Y realmente deseo que todo el mundo -especialmente los jóvenes trans- empiece a ver la "salida del armario" como una celebración de nuestra identidad cuando se está preparado y con quien se elige, en lugar de un paso necesario y doloroso.

¿Y tú que opinas?

Nombre:

Noticias relacionadas