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Maxim Lapunov, el primer gay ruso en denunciar las torturas en Chechenia

HOMOFOBIA EN RUSIA

Él es el primer GAY RUSO en salir del armario para declarar públicamente sobre las TORTURAS HOMÓFOBAS en Chechenia.

Salir del armario siempre es un desafío, pero es algo mucho mayor si lo haces públicamente en un país extremadamente homófobo como es Rusia. Por eso solo podemos aplaudir a este hombre, Maxim Lapunov, el primer gay ruso en denunciar las torturas en Chechenia. Maxim ha decidido dar un paso adelante para ofrecer su testimonio sobre las torturas, la persecución homófoba y los campos de concentración para gays que existen en Chechenia. Hasta ahora el gobierno lo negaba, el presidente checheno decía que no existían gays en su república y no había testimonios en contra. Ahora sí.

 

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Ígor Kochetkov, director de una asociación LGBT rusa, ha apoyado a Maxim, que había denunciado la situación y recibido como respuesta nada por parte de las autoridades rusas: "hasta ahora, el principal argumento de las autoridades para negarse a investigar era la ausencia de testimonios. Pues ahora ya tienen al primer testigo". ¿Por qué no hay testigos de la homofobia en Chechenia? Por las familias y por las amenazas de muerte que reciben si alguien abre la boca: "hay otros gays que han denunciado torturas, pero solo él estaba dispuesto a declarar públicamente. Lo que le diferencia es que él no tiene familia en Chechenia. Los familiares de los gays chechenos son rehenes de las autoridades y, si hay denuncia, sufrirán las represalias".

Maxim pretende volver a Grozni, capital de Chechenia, para identificar a los homófobos que le torturaron y los campos de concentración secretos en los que tienen retenidos a muchos gays. Su testimonio es estremecedor: sus torturadores le golpeaban en un sótano que estaba encharcado de sangre y le decían "tú ni siquiera eres un ser humano", y aplicaban descargas eléctricas para obtener confesiones en vídeo de que había mantenido relaciones homosexuales. Tras hacerlo pusieron sus huellas en una pistola y le liberaron, aunque casi ni podía caminar. "Me advirtieron de que si denunciaba lo ocurrido, lo pasaría mal. Me encontrarían, incoarían un caso penal, me juzgarían y me enviarían a prisión. O simplemente tomarían represalias contra mí o contra mi familia", cuenta Maxim. Esperemos que su valiente gesto ayude a detener esta barbarie.

 

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